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Pierde un ojo, le indemnizan con 60.000 euros y solo recibe 5€

El oftalmólogo Luis Antonio Outeiriño fue condenado en abril de 2014 a pagar 57.753 euros a Adrián Pérez por una serie de imprudencias médicas que derivaron en que el paciente perdiera un ojo.

Pero solo pagó los 5,54 euros que se pudieron encontrar a su nombre en las entidades financieras en España.

«Al ojo ya no lo puedo recuperar, pero quiero que por lo menos me pague la indemnización que corresponde», explicó Adrián Pérez. Es posible que, ante la avalancha de demandas, Outeiriño haya ocultado su patrimonio, la sentencia ordenó a Outeiriño en abril de 2014 el pago de la indemnización. Transcurridos los 20 días de espera, al no haberse pagado, la sentencia fue ejecutada: la Justicia solicitó a todos los bancos que operan en España el embargo de sus cuentas hasta satisfacer el importe que Outeiriño debe pagar.

Solo encontraron cinco euros en una cuenta, que le fueron debidamente embargados. «Es posible que, ante la avalancha de denuncias y demandas que estaba perdiendo, Outeiriño haya ocultado su patrimonio a través de sociedades», dice Juan Manuel Cepeda, abogado de Adrián Pérez, quien ha pedido el embargo de las acciones de esas sociedades, en caso de que a través de ellas pudiera estar ocultando su patrimonio. «Pero el embargo de acciones de una sociedad es un proceso muy largo y complicado, a la venta de acciones no es obligatorio inscribirlas en el Registro Mercantil, si se embargan él puede decir que ya no las tiene», explica.

La investigación judicial de los bienes de Outeiriño puede extenderse en torno a un año, y si no se le encuentra patrimonio embargable a Outeiriño, podría interponerse una querella por alzamiento de bienes (disposición sobre los bienes propios con el fin de alejarlos del alcance de los acreedores). «El problema es que todo esto implica tasas judiciales, muchos gastos, y la situación económica de Adrián no es muy buena, no sé si podrá hacer frente a ello», añade Cepeda. Las tasas judiciales son un factor que está alejando a los afectados por negligencias médicas de hacer las reclamaciones pertinentes.

Outeiriño tiene un historial de condenas por mala praxis. Entre ellas, una de 100.000 euros en 2009 y otra de 16.000 euros en 2008. Que un médico no tenga patrimonio es sospechosoUn abogado especialista en negligencias médicas se muestra sorprendido de que un médico se declare insolvente o no tenga bienes a su nombre.  «Sorprende que un médico no tenga patrimonio, habría que investigar si tiene su patrimonio a nombre de terceras personas, es bastante sospechoso», dice Carlos Sardinero, abogado especializado en negligencias médicas.

Por otra parte, si la víctima tiene que demandar legalmente contra el patrimonio del médico, eso supone que no tiene seguro de responsabilidad civil, lo que constituye una infracción. Outeiriño está registrado en el Colegio de Médicos de Madrid y posee la matrícula profesional para ejercer su profesión, lo que conlleva la obligación de tener un seguro. «Si está registrado, tiene que tener un seguro», dijeron desde el Colegio, que no pudieron confirmar qué seguro tiene. Un vía crucis oftalmológico Cuando Adrián tenía tres años, en 1992, sus maestras de guardería recomendaron a sus padres que lo hicieran ver por un oftalmólogo, ya que el niño «torcía un poco el ojo».

En la sanidad pública les piden esperar y buscaron una segunda opinión en el sector privado, médicos de la sanidad pública, en el hospital Gregorio Marañón, les dijeron que Adrián era aún muy pequeño, y que tenían que esperar que ojo se desarrolle. Sin embargo, ellos buscaron una segunda opinión en el sector privado, y acudieron a un reputado oftalmólogo que había operado a varios famosos: Luis Antonio Outeiriño Míguez. El resultado fue que Adrián, con solo tres años, se sometió a su primera intervención quirúrgica para quitarle una catarata congénita. A partir de allí, comenzó un vía crucis oftalmológico que no se detuvo hasta la pérdida completa de su ojo derecho. Según la historia clínica de Adrián en la Clínica Oftalmológica Outeiriño de Madrid, el oftalmólogo le practicó un total de seis intervenciones, cinco de ellas con anestesia general, entre 1992 y 2005. Sin embargo, el afectado dice que las operaciones fueron doce. Después de que en 2005, con 16 años, Adrián decidiera dejar de ir a este oftalmólogo, se hizo atender por otros profesionales, pero ya no pudieron hacer nada para recuperar su ojo. Finalmente, en 2013, en la Clínica Rementería le colocaron una protésis debido a la atrofia completa del globo ocular. Debe cambiarla cada tres años, aproximadamente, cuesta unos 2.500 euros, y la Seguridad Social no la cubre, cuenta Adrián. Desde la clínica madrileña de Outeiriño se negaron a hacer declaraciones y a facilitar algún tipo de contacto con el oftalmólogo. Después de la primera operación, en donde comenzó a sufrir complicaciones con solo tres años, Outeiriño dejó de cobrar a la familia de Adrián, probablemente con la intención de arreglar los errores. Con gafas y una prótesis buena, a simple vista no parece, pero si miras un poco ves que este ojo no es natural Pero con cada intervención, el ojo parecía emporar. “Estuve yendo todos los lunes durante varios años, nos hacía pasar los primeros”, explica Adrián. Tras tantas intervenciones, el ojo de Adrián quedó no solo completamente ciego, sino que incluso ha sido necesaria su extirpación y su reemplazo por una prótesis artificial. «Entre las gafas que uso, y que me han puesto una prótesis buena, a simple vista no te das cuenta, pero si me miras fijamente un momento, ves que tengo un ojo que no es mío», cuenta Adrián.

Actualmente, pese a tantos contratiempos, Adrián está rehaciendo su vida. Trabaja como jardinero, pero busca la oportunidad de dedicarse a su pasión: entrenador de fútbol. Tiene el título habilitante. «Dedicarme a esto (entrenador de fútbol) fue una forma de aliviar mi dolor», explica. «Esto me ha dado fuerzas para luchar, de niño he sentido el rechazo, insultos, que se te queden mirando el ojo incoloro, te sientes raro, te sientes muy solo», dice. Ahora Adrián tiene pareja, pero es algo que le ha costado mucho, dice. Actualmente, Adrián sufre los contratiempos de concentrar todo el esfuerzo visual en un solo ojo, lo que le afecta la vista de su ojo sano. «De esforzar tanto he perdido visión en el ojo sano, tengo miopía y astigmatismo», dice.

ojo

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